13.1.05

cotejando las piezas dentales

tradicionalmente he defendido que una sólo se podía definir por oposición,
como lo hacen las palabras.
ahora mismo, en teoría, tendría que decir que no soy otra.
pero no puedo asegurarlo, porque he descubierto que me parezco todavía mucho a la quinta hija del capitán, aunque no soy lo suficientemente verbal para ser ella (y ni siquiera pienso mencionar las secuelas de mi anterior diminutez).
y lo peor no es que no pueda segurar que no soy otra,
lo que me hace suponer que tampoco soy una.
lo malo es que así resulta imposible decidir quién quiero ser,
lo que determina una constante transitoriedad.
a velas vir, vaya, pero con manchas en el catalejo.