9.2.05

emulando a dorita

golpeo tres veces mi cabeza contra la cabecera de la cama a ver si se rompe y deja de dolerme.
veo los rubíes colorados de los chapines flotando en el techo de mi habitación.
estoy desarrollando una nueva capacidad: la de enfadarme con el mundo. (yo, que antes sólo me enfadaba conmigo). como aún está en ciernes, no grito demasiado, y suelo enfadarme sólo cuando no tengo motivos. supongo que será cuestión de entrenamiento.
mientras tanto, sigo yuxtaponiendo referencias ajenas y todo se convierte en magdalenas proustianas de otras personas: viajo por dentro de otros a ver si llego a mí misma.
pasando por la nave nodriza como quien pasa por la ducha: a ver si se me cae esta costra de imbecilidad. o se me hace tan dura como una callosidad podal y ya no me rompo la cabeza.
ni me duele la cabecera de la cama.